El FC Drita nació en 1947, en Gjilan, en el sureste de Kosovo. En un país aún bajo la órbita de la Yugoslavia comunista, el club representó desde sus orígenes a la comunidad albanesa. Mayoritaria en esta región, pero muy marginada institucionalmente pero marginada institucionalmente. Fundado por intelectuales y jóvenes locales, Drita se integró en los torneos regionales con escasos recursos y apoyo, pero con un fuerte respaldo comunitario.
Su paso por las divisiones menores del sistema yugoslavo estuvo marcado por una dualidad constante: por un lado, la pasión popular, y por el otro, las limitaciones impuestas por el poder central. El club fue una de las pocas instituciones donde se hablaba, cantaba y sentía en albanés sin intermediaciones. Esa singularidad convirtió a Drita en algo más que un equipo: era un símbolo de identidad.
Las décadas posteriores consolidaron ese vínculo con la sociedad local. Mientras otros clubes kosovares se diluían o adoptaban estructuras mixtas, Drita conservó su perfil albanokosovar. Cada ascenso, cada clásico disputado, era vivido como una pequeña victoria cultural. Nosotros, desde ya, ya sabemos como las tensiones entre los albanokosovares y los serbios crecen en lo que, por otro lado, es una de las disputas más conocidas en el fútbol europeo.
En medio de un país que aún no era país, el FC Drita fue un acto de presencia colectiva. El estallido de la guerra de Kosovo en 1998 interrumpió violentamente la vida civil. Las ciudades se militarizaron, los clubes se disolvieron y los estadios se vaciaron. Gjilan no fue la excepción: el fútbol desapareció y el FC Drita quedó en suspenso, sin jugadores, sin registros, sin garantías de futuro.
Durante el conflicto, muchos de sus jugadores y simpatizantes fueron desplazados o emigraron. Algunos combatieron con el UÇK, el ejército de liberación kosovar. La posguerra trajo un nuevo escenario. Con el repliegue serbio y la intervención internacional, Kosovo comenzó un largo camino hacia la independencia. El fútbol reapareció como una herramienta de cohesión social.
Quizás lo más llamativo, por otro lado, pasa por su hinchada. En el caso de Drita, esa función recae en los “Intelektualët”, una barra formada en 1998, justo antes del conflicto Lógicamente, una pulsión independentista se mantiene. Herederos de una generación educada en la resistencia cultural, mezclan pasión futbolera con narrativa nacional. Los “intelectuales” son poetas, escritores y otras cosas más.
El Drita vs Prishtina no es simplemente el clásico del fútbol kosovar: es un espejo del país entero, con sus heridas abiertas, identidades en disputa y una historia reciente marcada por la violencia y la reconstrucción. Kosovo se declaró independiente de Serbia en 2008, tras una guerra brutal a fines de los 90. Aunque reconocido por más de 100 países, sigue sin formar parte plena de Naciones Unidas. Esa ambigüedad también atraviesa su fútbol: la federación fue admitida recién en 2016 a la UEFA y FIFA. Hasta entonces, los clubes kosovares jugaban en ligas paralelas y sin reconocimiento oficial, marcados por la desconfianza y la precariedad.
El Prishtina, fundado en la capital, fue el club más cercano al poder. Durante la Yugoslavia socialista, fue el único equipo kosovar en jugar en la primera división del país. El Prishtina fue fundado en 1922 y se convirtió rápidamente en el club emblema de la región. Durante el siglo XX fue cantera de varios futbolistas albaneses que luego se proyectaron en el fútbol yugoslavo. Su estatus se consolidó durante los años 80, cuando compitió en la Primera Liga de Yugoslavia y se midió ante equipos como el Partizan o el Estrella Roja.
El clásico entre Drita y Prishtina no solo enfrenta a dos equipos; enfrenta a dos maneras de entender la nación kosovar. Mientras Prishtina aboga por una identidad cívica, moderna y estatal, Drita se identifica más con un nacionalismo albanés de base étnica, que trasciende las fronteras de Kosovo. Esa tensión se traslada al campo y a las tribunas.
Los partidos se juegan bajo estricta vigilancia policial. En varias ediciones, la presencia de las hinchadas visitantes fue prohibida por cuestiones de seguridad. No es raro que los clásicos terminen con enfrentamientos entre facciones rivales, no solo en el estadio sino también en las calles.
En este caso, más allá de todo ese pasado, lo importante es decir que el Drita entró en la historia por ser uno de los primeros en hacer historia en la Champions League desde Kosovo.