En una noche histórica para el fútbol africano, el Pyramids FC se coronó campeón de la CAF Champions League tras derrotar al Mamelodi Sundowns sudafricano por 2-1 en El Cairo, sellando un triunfo global de 3-2. Lo que podría parecer una celebración más en el continente esconde una historia extraordinaria: la de un club creado en 2018 por despecho, financiado con petrodólares saudíes y convertido en apenas siete años en una potencia continental. Detrás de esta conquista se encuentra una compleja trama de soft power, geopolítica regional y la ambición de Turki Al-Sheikh, el influyente asesor real saudí que transformó un modesto equipo de provincia en el terror de los gigantes tradicionales egipcios.
Tras empatar 1-1 en la ida en Pretoria, el Pyramids FC necesitaba una victoria en casa para coronarse por primera vez en la máxima competición continental. El congoleño Fiston Mayele abrió el marcador en el primer tiempo, mientras que Ahmed Samy sentenció con un cabezazo al minuto 56 tras un centro de Mohamed Chibi. Aunque Iqraam Rayners descontó para los sudafricanos al minuto 75, inyectando dramatismo al encuentro, la defensa egipcia resistió los embates finales de un Mamelodi Sundowns que necesitaba apenas un gol para alzarse con el título.
La conquista representa mucho más que un simple trofeo. Con esta victoria, Pyramids FC se aseguró su participación en el Mundial de Clubes 2029 y consolidó el dominio egipcio en África, extendiendo a tres los títulos consecutivos del país tras los campeonatos de Al-Ahly en 2023 y 2024. Para un club que apenas existía hace una década, el logro adquiere dimensiones épicas. Sin embargo, la celebración en las gradas del estadio cairota expuso una realidad incómoda: gran parte de los asistentes portaban camisetas de Al-Ahly y Zamalek, evidenciando que Pyramids FC, pese a su éxito deportivo, sigue siendo percibido como un proyecto artificial sin raíces genuinas en la capital egipcia.
La final contra Mamelodi Sundowns no solo coronó una década de inversiones millonarias, sino que validó deportivamente un modelo controvertido basado en la inyección masiva de capital extranjero en una liga tradicionalmente dominada por clubes centenarios con profundo arraigo popular. El triunfo envía un mensaje claro: en el fútbol moderno, el dinero bien gestionado puede reconfigurar mapas futbolísticos en plazos sorprendentemente cortos, incluso cuando se carece de historia y tradición.
El origen del despecho: De Al-Ahly a Pyramids FC (2017-2018)
Para entender la magnitud del desafío que representaba intervenir en Al-Ahly, es fundamental comprender la dimensión del club cairota. Fundado en 1907, Al-Ahly es el club más exitoso de África con 12 títulos de Champions League continental, y ostenta el récord mundial de trofeos oficiales reconocidos por la FIFA con más de 140 conquistas. Sus 50 millones de seguidores lo convierten en el equipo con mayor hinchada del continente y uno de los más populares del mundo árabe. En Egipto, Al-Ahly trasciende lo deportivo: es una institución cultural que simboliza el orgullo nacional, con una historia entrelazada con momentos clave del país, desde la independencia hasta las revoluciones modernas. Tocar Al-Ahly no es simplemente intervenir en un club de fútbol, sino intentar modificar un pilar de la identidad egipcia.
La historia del Pyramids FC comenzó como una venganza contra esta institución sagrada. El 31 de diciembre de 2017, Al-Ahly anunció a Turki Al-Sheikh como presidente honorario, una distinción que el empresario saudí había condicionado a su capacidad de inyectar fondos para nuevos fichajes de jerarquía y financiar el ambicioso “Proyecto del Siglo”: un estadio ultramoderno para los “Diablos Rojos”. En cuestión de semanas, tres jugadores clave del equipo partieron rumbo a clubes saudíes, lo que encendió las primeras críticas de una hinchada tradicionalmente reacia a las injerencias extranjeras en su club más querido.
El punto de quiebre llegó con el episodio de Ramón Díaz. Al-Sheikh había dado por cerrada la llegada del técnico argentino, con quien mantenía una excelente relación tras su exitoso paso por Al-Hilal. Sin embargo, Díaz terminó firmando con el Ittihad de Jeddah, dejando en evidencia las limitaciones del poder real de Al-Sheikh dentro de Al-Ahly. Los cantos en contra del saudí coparon las tribunas y las redes sociales, transformando la relación en una situación tóxica que se volvía insostenible semana tras semana.
🏆🇪🇬 PYRAMIDS FC ES EL CAMPEÓN DE LA CHAMPIONS AFRICANA!!
— Nahuel Lanzón (@nahuelzn) June 1, 2025
El club creado en 2018 por despecho con el Al-Ahly, consuma su venganza. Le ganó 2-1 (3-2 en el global) al Mamelodi Sundowns 🇿🇦 y se alza por primera vez con el máximo título de clubes en el continente. pic.twitter.com/hqLrnv6TX7
El 24 de mayo de 2018, Al-Sheikh renunció vía Facebook alegando falta de “respeto” por parte del directorio. En una muestra de despecho que trascendería el ámbito deportivo, presentó una demanda para recuperar las donaciones desembolsadas, aunque posteriormente la retiró antes del inicio de la temporada 2018-19. El daño reputacional, sin embargo, ya estaba hecho. En agosto, Al-Ahly elevó al Ministerio de Deportes un pedido formal para borrar su nombre del listado de presidentes honorarios y devolver “todos los regalos” recibidos.
Dos semanas después de la dimisión, Al-Sheikh compró el Al Assiouty Sport por un monto cercano a los 20 millones de euros. El Al Assiouty, fundado en 2008 en Beni Suef (una ciudad a 120 kilómetros al sur de El Cairo), era un club sin ninguna trascendencia que había ascendido por primera vez a primera división en 2014 y nuevamente en 2017. Al-Sheikh lo trasladó inmediatamente a la capital y lo rebautizó como Pyramids FC, declarando que “concentraría todo su trabajo” en este nuevo proyecto. Medios egipcios y columnistas regionales interpretaron la operación como un acto de despecho contra Al-Ahly y una demostración de soft power saudí en territorio aliado.
Turki Al-Sheikh: El arquitecto del soft power saudí
Para comprender la dimensión geopolítica del proyecto Pyramids FC, es fundamental analizar el perfil de su creador. Turki Al-Sheikh, nacido en Riad en 1981, es asesor de la Corte Real saudí con rango de ministro y, desde 2018, preside la Autoridad General de Entretenimiento (GEA) tras encabezar anteriormente la Autoridad General de Deportes y la Unión de Federaciones Árabes de Fútbol. Su proximidad al príncipe heredero Mohamed bin Salman lo ha convertido en su brazo ejecutor en la estrategia Visión 2030, especialmente en los ámbitos deportivo y del entretenimiento.
Turki pertenece al influyente linaje religioso Al-Sheikh, descendientes directos de Muhammad ibn Abd al-Wahhab, el fundador del wahhabismo. Esta familia, por su alianza histórica con los Saud, ocupa un lugar de prestigio inmediatamente debajo de la casa real y aporta legitimidad clerical al gobierno. Su linaje no solo le otorga estatus social, sino también acceso privilegiado a los círculos de poder y capacidad de influencia que trasciende lo meramente empresarial o deportivo.

En el plano futbolístico internacional, Al-Sheikh ha sido la primera cara visible de la nueva proyección saudí al mundo del fútbol. Es propietario del UD Almería en España, creó la alianza con LaLiga que llevó varios jugadores saudíes al fútbol español en la antesala del Mundial 2018, y fue también la cara visible del primer intento de la casa real saudí de comprar el Newcastle United. Su influencia se extiende por todo el Medio Oriente, siendo durante años una figura clave en la estructura de los clubes más importantes de la liga saudí, especialmente Al-Ittihad y Al-Hilal.
La estrategia de Al-Sheikh utiliza macroeventos deportivos y de entretenimiento como el Riyadh Season y peleas de boxeo de élite para proyectar el soft power saudí y acelerar la diversificación económica más allá del petróleo. En este contexto, el proyecto Pyramids FC representa un experimento temprano de cómo el capital saudí puede moldear narrativas futbolísticas en mercados estratégicos, utilizando el deporte como vehículo de influencia geopolítica en una región donde Egipto funciona como epicentro cultural y político del mundo árabe.
El proyecto faraónico: Dinero, fichajes y resistencias
Para legitimar su nuevo proyecto, Al-Sheikh desplegó una estrategia integral que abarcaba desde la estructura directiva hasta la comunicación. Designó como chairman al ex técnico de Al-Ahly Hossam El-Badry y contrató al brasileño Alberto Valentim como entrenador, mientras que Ricardo La Volpe fue nombrado manager deportivo. Esta combinación de nombres locales respetados y técnicos internacionales buscaba dotar de credibilidad deportiva a un proyecto que nacía sin historia ni tradición.
El aspecto más llamativo fue el mercado de fichajes. Con un presupuesto estimado de 40 millones de euros, cifra récord en África, Pyramids fichó jugadores de renombre internacional, incluyendo brasileños como Keno y Rodriguinho. La transferencia de Keno, comprado al Palmeiras en casi diez millones de dólares, sigue siendo hasta hoy la compra más cara en la historia del fútbol africano. Estos números astronómicos para los estándares continentales enviaron un mensaje inequívoco: Al-Sheikh estaba dispuesto a revolucionar el fútbol egipcio a golpe de talonario.
La dimensión mediática del proyecto se materializó con el lanzamiento de Pyramids TV, un canal propio que transmitía partidos y mensajes políticos de Al-Sheikh, desafiando directamente a las cadenas ligadas a Al-Ahly. La programación incluía comentarios de grandes personalidades del deporte nacional e internacional, posicionando al nuevo club no solo como competidor deportivo sino como alternativa mediática al duopolio tradicional cairota.
Los efectos sobre la liga egipcia fueron inmediatos y profundos. Los salarios y cláusulas de rescisión se dispararon exponencialmente; según Transfermarkt, en la temporada 2018-19 el gasto neto de Pyramids superó al de todos los clubes del continente. Al-Ahly y Zamalek respondieron creando departamentos de “compliance” para blindar sus canteras y buscar patrocinios internacionales que les permitieran competir financieramente. La federación egipcia incluso estudió implementar límites a la inversión externa, aunque el gobierno temía que tales medidas ahuyentaran el capital extranjero en un momento de crisis económica nacional.
Evolución y consolidación: Del escándalo al éxito
La primera temporada del Pyramids FC fue caótica pero prometedora. Cada partido de Al-Ahly se escuchaban cantos contra Al-Sheikh, evidenciando que la rivalidad trascendía lo deportivo y se había convertido en un asunto de orgullo nacional. Pese a la hostilidad, el equipo logró finalizar tercero en la liga y alcanzar la final de la Copa de Egipto, validando parcialmente la apuesta deportiva del proyecto saudí.
En julio de 2019, el empresario emiratí Salem Al-Shamsi adquirió formalmente el club, materializando la salida pública de Al-Sheikh del proyecto. Sin embargo, esta operación fue más cosmética que real: Al-Sheikh siguió siendo el principal aportante financiero del Pyramids FC, aunque ahora con un perfil más discreto y menor caudal de inversión. El cambio respondía a una estrategia de moderación que buscaba reducir las tensiones con la hinchada de Al-Ahly y normalizar la presencia del club en el ecosistema futbolístico egipcio.
También se produjo una tregua tácita con Al-Ahly a partir de ese momento. Al-Sheikh retiró definitivamente su demanda de recuperar el dinero invertido, bajó su perfil mediático y cambió la orientación comunicacional del club. Existe el rumor de que esta orden provino desde los niveles más altos de la corona saudí, que no deseaba mantener problemas con la hinchada más numerosa e importante de todo Medio Oriente, un lujo que el soft power no se puede permitir en una región estratégica.
Los primeros trofeos llegaron gradualmente. En 2020, bajo la dirección del croata Ante Cacic, fueron subcampeones de la CAF Confederation Cup. El perfil inversor se modificó sustancialmente: los fichajes ya no eran los nombres extravagantes de ese primer mercado, pero seguían siendo jugadores importantes tanto a nivel nacional como continental, con un mejor scouting que priorizaba el talento africano emergente. El primer título llegó en la Copa de Egipto 2024, y ahora, en 2025, han conquistado su primera Champions League africana, completando una transformación que los ha llevado desde la irrelevancia provincial hasta la élite continental.
Pyramids FC logró meterse en la discusión del duopolio clásico egipcio, convirtiéndose en una especie de tercero en discordia que aprovecha cualquier momento de debilidad de Al-Ahly y Zamalek en cualquier competición. Con el título continental de 2025, el club demuestra que el dinero del Golfo puede reconfigurar mapas futbolísticos en plazos cortos, siguiendo los pasos de otros clubes con capitales árabes que han dejado atrás los anuncios rimbombantes para adoptar proyectos más serios y profesionalmente gestionados. Sin embargo, la gobernanza y el dinero siguen dependiendo de la voluntad de un único accionista y de los equilibrios políticos regionales cambiantes, recordando que en el fútbol moderno, el éxito deportivo y la estabilidad institucional no siempre van de la mano.