Al Hilal Omdurman, el gigante azul del Nilo que resiste la guerra y busca refugio en Libia

En el corazón de Omdurman, a orillas del río Nilo, late uno de los clubes más emblemáticos del fútbol africano: Al Hilal Omdurman. Fundado en 1930, el equipo sudanés no solo es un símbolo deportivo, sino también un reflejo de la identidad nacional. Su camiseta azul, su estadio repleto y su historia centenaria lo convierten en una institución que trasciende el deporte y se adentra en la cultura popular de todo un país.

El nacimiento de Al Hilal no fue casual. En plena época colonial británica, un grupo de jóvenes sudaneses fundó el club como un espacio de unión y orgullo nacional. El nombre “Al Hilal”, que en árabe significa “la luna creciente”, fue elegido por su carga simbólica y espiritual. Con el tiempo, el equipo se transformó en una voz del pueblo frente al dominio extranjero, convirtiéndose en parte del movimiento cultural que antecedió a la independencia de Sudán, lograda en 1956.

Desde entonces, el Al Hilal Sporting Club se consolidó como el equipo más popular del país junto a su eterno rival, Al Merrikh SC, con quien protagoniza el histórico “Derbi de Omdurman”, uno de los clásicos más apasionantes de África. Esa rivalidad, cargada de historia, pasión y colores, paraliza al país cada vez que ambos se enfrentan, ya sea por la liga local o por torneos continentales.

A nivel doméstico, Al Hilal es sinónimo de éxito. Ha conquistado más de 30 títulos de liga sudanesa y numerosas copas nacionales, estableciendo una hegemonía difícil de igualar. Su estilo de juego, tradicionalmente ofensivo, combina la técnica africana con la disciplina táctica heredada de entrenadores extranjeros.

Pero su grandeza también se mide fuera de Sudán. En la Copa Africana de Campeones —hoy Liga de Campeones de la CAF— el conjunto azul alcanzó en dos ocasiones la final continental: en 1987 y 1992, cayendo ante Al Ahly de Egipto y Wydad Casablanca de Marruecos. Aunque nunca logró levantar el máximo trofeo africano, su constancia en fases decisivas lo mantiene entre los clubes más respetados del continente.

Un estadio que late como pocos. El Estadio Al Hilal, también conocido como Estadio de Omdurman, es mucho más que un escenario deportivo. Con capacidad para más de 35.000 espectadores, es un verdadero templo del fútbol sudanés. Cada partido se convierte en una fiesta popular: tambores, cánticos y banderas azules ondean sobre las gradas como si fueran parte de una ceremonia colectiva.

Durante los últimos años, el club invirtió en modernizar sus instalaciones, mejorando la iluminación, el césped y las tribunas para cumplir con los estándares de la Confederación Africana de Fútbol (CAF). El objetivo es claro: hacer del estadio una sede permanente para los grandes torneos internacionales. El fútbol sudanés ha sobrevivido a décadas de crisis económicas, políticas y sociales. En ese contexto, Al Hilal siempre fue más que un equipo: fue refugio, identidad y orgullo. Pero desde abril de 2023, el desafío es otro. La guerra civil que estalló entre el ejército regular y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), lideradas por Mohamed Hamdan Dagalo (“Hemeti”), sumió al país en una tragedia que también paralizó el deporte.

Estadios destruidos, jugadores desplazados, viajes imposibles y campeonatos suspendidos. Frente a esa realidad, Al Hilal y su clásico rival Al Merrikh buscaron una salida insólita pero necesaria: seguir jugando fuera de su país.

Ambos clubes participaron en torneos internacionales e incluso fueron “invitados” en la liga de Mauritania, donde Al Hilal llegó a consagrarse campeón simbólico. Mientras tanto, dentro de Sudán se organizaron torneos reducidos, con apenas ocho equipos, en ciudades más seguras como Atbara o Damer.

En octubre de 2025, Al Merreikh obtuvo la autorización oficial para competir en la liga libia, y Al Hilal negocia el mismo permiso. La elección de Libia no es casual. La proximidad geográfica y la existencia de una numerosa comunidad sudanesa en territorio libio hacen del país vecino un destino lógico. Además, Libia cuenta con estadios en condiciones y un torneo estable bajo la supervisión de su federación nacional.

Si se concreta, Al Hilal pasará a competir oficialmente en una liga extranjera mientras intenta sostener su estructura en Sudán. Es una solución inédita, una especie de “exilio futbolístico” que refleja tanto la gravedad del conflicto como la determinación del club por no desaparecer.

Para los hinchas, el club es más que un equipo. Es una bandera. En medio del caos, ver el escudo azul con la luna creciente se volvió una forma de resistir. Muchos sudaneses desplazados o exiliados en otros países encuentran en los partidos de Al Hilal un punto de conexión con su tierra, una manera de recordar que Sudán sigue vivo.

Los jugadores, por su parte, se convirtieron en símbolos de esa resistencia. Figuras como Mohamed Abdelrahman “Al Gharbal”, ídolo del equipo y referente de la selección nacional, representan una generación que juega bajo condiciones impensadas, sin certezas, pero con la misma pasión.

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