El canciller alemán, Friedrich Merz, salió este miércoles a respaldar públicamente la regla 50+1, la norma que limita el control de los clubes de la Bundesliga por parte de inversores externos y garantiza que la mayoría de las decisiones permanezcan en manos de los socios.
En la previa de la asamblea general de la DFL celebrada en Berlín, Merz aseguró que la regulación sigue siendo un elemento esencial para preservar la identidad del fútbol en Alemania. “Sigo siendo partidario de esta norma. El fuerte anclaje de los clubes es y seguirá siendo importante. Creo que el fútbol debe continuar siendo un deporte de clubes en el que estos tengan un papel fuerte”, señaló.
El respaldo político se sumó a la postura del presidente del consejo de supervisión de la DFL, Hans-Joachim Watzke, quien definió la regla como “el elemento fundamental de nuestro deporte nacional” y llamó a “hacer todo lo posible” para conservarla frente a las presiones económicas que llegan desde otros mercados europeos.
Merz también se refirió a la creciente politización de las hinchadas y advirtió sobre el riesgo de que los estadios se conviertan en escenarios de disputas partidarias. “La escena de fanáticos no se está volviendo más simple, pero esta situación refleja un desarrollo sociopolítico general. Lo importante es mantener el foco en el deporte, en el juego y en los equipos, sin sobrecargarlo con temas que no tienen lugar en los estadios”, afirmó.
Por el momento, no se esperan modificaciones sobre la regla 50+1 en la asamblea general.
Una tradición con historia
La regla 50+1 fue introducida en 1998, cuando se permitió la conversión de los clubes en sociedades anónimas. Su propósito fue asegurar que las asociaciones de socios mantuvieran al menos el 50% más una acción de los derechos de voto, protegiendo así el control sobre las decisiones deportivas y administrativas.
El modelo tuvo excepciones históricas: Bayer Leverkusen y Wolfsburg, respaldados durante décadas por Bayer y Volkswagen, y Hoffenheim, sostenido por Dietmar Hopp, fundador de SAP. Sin embargo, desde 2023 la DFL dejó en claro que no concederá nuevas dispensas.
En paralelo, la Oficina Federal de Competencia advirtió recientemente que incluso esas excepciones podrían dejar de ser legales si los socios no conservan un poder real en la toma de decisiones.
La defensa de la norma también está marcada por las hinchadas: en distintas ocasiones interrumpieron partidos o desplegaron protestas para evitar que fondos de inversión tomen el control de los clubes. El caso de RB Leipzig, que formalmente respeta la regla pero con un padrón de socios muy reducido y vinculado a Red Bull, sigue siendo motivo de debate.
Un modelo bajo presión
Mientras otras ligas europeas se abren cada vez más al capital extranjero, Alemania se mantiene como una excepción en defensa del control social sobre sus instituciones deportivas. La regla 50+1 no solo garantiza la voz de los socios, sino que también funciona como símbolo de identidad cultural frente a la globalización del negocio del fútbol.
El mensaje de Merz confirma que la cuestión no es solo deportiva o económica, sino también política: el fútbol alemán seguirá apostando por un modelo comunitario frente a la lógica del mercado.