Tractor FC: el campeón de Irán que se siente extranjero en su país

El club que representa a la región de Azerbaiyán Oriental en Irán acaba de proclamarse campeón de la liga por primera vez en su historia.
Tractor FC, el club azerí en Irán

En un hecho que escapa a lo meramente deportivo, el Tractor FC se ha coronado por primera vez en su historia como campeón de la Liga Profesional de Irán. El 2 de mayo de 2025, las calles de Tabriz, la capital de Azerbaiyán Oriental, se tiñeron de rojo mientras miles de hinchas celebraban un triunfo que trasciende los títulos: la afirmación de una identidad cultural largamente postergada.

Para comprender la dimensión de esta victoria, es necesario entender que este equipo no es solo un club de fútbol, sino un símbolo vivo de la identidad azerí en Irán, con todas las tensiones que eso implica.

De las factorías a los estadios: Los orígenes del ‘Lobo Rojo’

La historia del Tractor FC comienza en 1970, en los talleres de la Compañía de Fabricación de Tractores de Irán. En un gesto típico de la industrialización de la era Pahlavi, la empresa creó el club para fomentar la vinculación entre sus trabajadores y la comunidad tabriceña.

Los primeros años fueron una montaña rusa de ascensos y descensos que forjó el carácter resiliente del club. En 1975, alcanzaron su primera experiencia en la máxima categoría, la Copa Takht Jamshid. aunque descendieron inmediatamente, ese mismo año llegaron a la final de la Copa Hazfi, marcando ya una tendencia: la de luchar más allá de sus posibilidades.

La década de 1980 trajo la guerra con Irak y la suspensión de la liga nacional. Durante esos años oscuros, el Tractor sobrevivió gracias a torneos locales, reforzando paradójicamente sus lazos con Tabriz. Fue un período de concentración identitaria que terminaría siendo fundamental para su evolución como fenómeno sociocultural.

Pero para entender el fenómeno Tractor, es imprescindible comprender la complejidad del Azerbaiyán iraní. Esta región del noroeste de Irán alberga a entre 15 y 20 millones de personas de etnia azerí, el segundo grupo étnico del país, históricamente crucial para el desarrollo de la nación persa pero portador de una identidad lingüística y cultural distinta.

El azerí iraní es una lengua túrquica, mutualmente inteligible con el turco moderno, que se habla en un país oficialmente persa-céntrico. La política de idioma único en la educación y administración, heredada de la era Pahlavi y parcialmente mantenida tras la Revolución Islámica de 1979, generó un resentimiento latente que encontró en el fútbol una válvula de escape.

Así, con el correr de los años el Tractor FC emergió como un catalizador natural de esta identidad. La afición, conocida como Tiraxturçular, convirtió el estadio Yadegar-e Emam en un espacio donde lo prohibido se vuelve permisible. Allí, los cantos en azerí no solo apoyan al equipo; reivindican una cultura. Se pueden ver banderas de Azerbaiyán y la comunicación oficial del club es casi exclusivamente en su propio idioma.

No es casual entonces que la rivalidad principal del club se establezca con los dos grandes de Teherán: el Persepolis y Esteghlal. Estos enfrentamientos trascienden lo deportivo para convertirse en microcosmos de las tensiones étnicas propias de Irán. Los insultos desde las hinchadas capitalinas son respondidos con vehementes afirmaciones identitarias que van desde lo cultural (“Estamos orgullosos de ser turcos”) hasta lo geopolítico (“Tabriz, Bakú, Ankara…”). Sin contar los innumerables incidentes que ha habido a lo largo de los años.

Es importante remarcar nuevamente que la construcción identitaria del club fue forjándose con el tiempo, de manera orgánica. No fue un club creado con ese fin por un grupo de independentistas. Simplemente se fue dando a la par de los éxitos deportivos y de la necesidad de canalizar un sentimiento que ya estaba latente en ese sector del país. Eso también explica su masividad: es común ver sus partidos con miles de espectadores, con partidos que incluso según cifras oficiales llegan a las cien mil almas (aunque el estadio propiamente tenga capacidad para unas aproximadamente 70 mil personas).

Cuando el estadio se vuelve tribuna política

La politización del Tractor FC alcanzó su punto máximo a partir de 2009, coincidiendo con su regreso a la primera división tras ocho años de ausencia. El estadio Yadegar-e Emam se convirtió en el principal espacio público donde la identidad azerí podía expresarse masivamente.

Las protestas han abarcado desde demandas puramente culturales, como el derecho a la educación en lengua materna (garantizado constitucionalmente pero no implementado), hasta cánticos directos contra el sistema político. En momentos de alta tensión, como la respuesta al terremoto de Azerbaiyán Oriental en 2012 o durante protestas nacionales, los aficionados han cruzado todas las líneas, llegando incluso a gritar “Muerte al dictador”.

Este fenómeno se ha visto influenciado por las tensas relaciones diplomáticas entre Irán y la República de Azerbaiyán en los últimos años. La guerra de Nagorno-Karabaj en 2020 y la creciente alineación de Bakú con Israel y Turquía han intensificado las suspicacias iraníes sobre posibles tendencias irredentistas. Teherán teme que los vínculos culturales y lingüísticos puedan ser instrumentalizados desde el exterior, lo que ha recrudecido la vigilancia sobre manifestaciones públicas de identidad azerí. Simultáneamente, estos roces geopolíticos alimentan a parte de la afición del Tractor con un sentimiento de solidaridad transfronteriza que se manifiesta en cánticos panturquistas más frecuentes cuando las tensiones diplomáticas se agudizan.

La respuesta estatal ha sido previsible: intervenciones policiales, arrestos selectivos de líderes de la afición, censura del ambiente sonoro en las transmisiones televisivas y sanciones económicas al club. Pero cada represión parece reforzar la convicción de sus hinchas sobre la discriminación que denuncian, creando un círculo de tensión que mantiene al Tractor en el ojo del huracán político.

La posición oficial del club frente a esta politización ha sido ambigua. Si bien se beneficia de la pasión incondicional de sus seguidores, debe navegar las presiones estatales para evitar sanciones severas. El club ha protestado contra castigos que considera desproporcionados, pero evita condenar explícitamente los cánticos de su afición. Incluso en distintos momentos se ha hablado de que el gobierno central de Teherán tenía influencia directa sobre los destinos del club, como una forma eficiente de “encauzar” un equipo que podría tener un tono mucho mas contestatario.

La era dorada: controversias y consagración

Mas allá de su ascenso en las últimas décadas, la llegada de Mohammad Reza Zonuzi Motlagh a la propiedad del club en 2018 marcó el inicio de una transformación radical. Este magnate local, con una fortuna estimada en 4 mil millones de dólares e intereses que van desde fábricas de acero hasta aerolíneas, rompió todos los precedentes de inversión en el fútbol iraní.

La estrategia de Zonuzi fue simple pero efectiva: gastar sin miramientos. Solo en su primera temporada fichó 18 jugadores por casi 8 millones de dólares. El club ha sabido tener muchos jugadores extranjeros en una liga que generalmente no acostumbra a tenerlos, incluso jugadores europeos o sudamericanos. Entrenadores de renombre como John Toshack, Paco Jémez y finalmente Dragan Skočić se sucedieron en el banquillo. La culminación llegó en 2025 con la incorporación de figuras del rival histórico Persepolis: el arquero Alireza Beiranvand, ícono de la selección nacional, y los delanteros Mehdi Torabi y Danial Esmaeilifar.

Pero la gestión de Zonuzi no estuvo exenta de polémicas. Su pasado incluye acusaciones de corrupción, conexiones políticas sospechosas durante la presidencia de Ahmadinejad y un arresto en 2012 relacionado con deudas bancarias millonarias. Informes periodísticos señalan que el club mantiene “cientos de miles de millones de riales” en deudas con diversos acreedores, creando una situación paradójica: éxito deportivo sostenido sobre una base financiera aparentemente frágil.

En mayo de 2024, apenas un año antes del título, Zonuzi anunció públicamente su intención de vender el club, estimando su valor (incluidas deudas) en 50-60 millones de dólares. Aunque la venta no se materializó, el anuncio evidenció las vulnerabilidades estructurales que coexisten con el brillo de los triunfos.

Mas allá de esto, la consagración llegó finalmente el 2 de mayo de 2025, cuando el Tractor alcanzó los 64 puntos tras derrotar 4-0 al Shams Azar Qazvin, combinando su victoria con la derrota de su perseguidor más cercano, el Sepahan. Las calles de Tabriz explotaron en celebraciones que mezclaban el júbilo deportivo con la afirmación cultural.

Sin embargo, el campeonato representa la validación del modelo de alta inversión, pero también plantea interrogantes sobre su sostenibilidad. El club depende de las inyecciones personales de capital de Zonuzi en un contexto de sanciones económicas internacionales y devaluación monetaria iraní que complica enormemente el pago de salarios en dólares a técnicos y jugadores extranjeros.

Mas allá de sus destinos financieros, lo cierto es que la historia del Tractor es fascinante porque representa múltiples narrativas entrelazadas: la de una ciudad que recupera un protagonismo perdido, la de una comunidad étnica que encuentra en el deporte un espacio de visibilidad, la de un modelo económico de alto riesgo que consigue resultados espectaculares, y finalmente, la de un club que trasciende su función deportiva para convertirse en símbolo de una identidad regional en constante tensión con el centro político.

La pregunta que queda abierta es si el Tractor FC podrá mantener este nivel de excelencia sin depender de la voluntad financiera personal de su propietario. Por ahora, los hinchas celebran sin pensarlo demasiado. En Tabriz, el fútbol ha vuelto a hablar en azerí con autoridad.

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Nahuel Lanzón

Experto en ver fútbol de países que ni la gente de ese país ve. Me gusta mucho analizar listas de selecciones antes de cualquier torneo internacional. Relator oficial (?) del fútbol exótico en Twitch.
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